La última jornada del enjuiciamiento del ex fiscal Carlos Albaca por su desempeño en la causa “Lebbos” despejó el misterio existente respecto de la designación del fiscal Daniel Marranzino como supervisor de su colega hoy imputado. En lo que fue la declaración testimonial más detallada del grupo de funcionarios con fueros que se acogió al beneficio de testificar por escrito, Marranzino (foto) calculó que su afectación al caso de Paulina Lebbos, joven asesinada en 2006, duró “más o menos 10 días”. ¿Por qué? Según expresó bajo juramento de decir la verdad, fue dos veces a la extinta Fiscalía de Instrucción en lo Penal Nº2 de Albaca para tratar de tomar contacto con las actuaciones, pero en ambas ocasiones halló que “estas no estaban disponibles”.
Marranzino precisó al tribunal conformado por Fernanda Bähler (presidenta), Wendy Kassar y Raúl Cardozo que el ex jefe de los fiscales Luis De Mitri (fallecido) le había encomendado “analizar pormenorizadamente la instrucción realizada hasta ese momento” por el fiscal Alejandro Noguera, primero, y tras la separación de este en abril de 2006, por Albaca. Y añadió: “en las dos oportunidades en las que me dirigí personalmente con tal cometido a la Fiscalía Nº2 tuve diálogo personal con Albaca, quien ya conocía de mi designación, posiblemente por haber sido notificado al respecto. En ambas ocasiones, el expediente de la causa, que por entonces superaba los 20 cuerpos, no estaba disponible según la respuesta recibida, no recuerdo si directamente del fiscal o por interpósita persona, en este caso del secretario Emilio Salazar. Entendí entonces que el motivo era porque se estaban realizando investigaciones por algún organismo o cuerpo policial, cuestión que no puedo precisar por el tiempo que transcurrió”.
En el escrito remitido a la Cámara Penal encargada de enjuiciar los procesos procedentes del viejo Código Procesal -fue discontinuado con matices a partir del 1 de septiembre de 2020-, Marranzino expresó que notificó a De Mitri que no podía contar con “el instrumento respectivo” y que, por ese motivo, le solicitó que lo liberara de la responsabilidad de supervisión que le había dado. “La razón principal por la que dejé la causa ‘Lebbos’ fue la imposibilidad de disponer de los cuerpos. La complejidad de ese proceso justificaba una dedicación extrema y me faltaba el tiempo suficiente ya que me encontraba a cargo y cumpliendo funciones de fiscal de Cámara Nº4 con múltiples tareas diarias, de las cuales no fui eximido en ningún momento”, agregó.
El testigo insistió en que él no había llegado a saber qué iba a hacer o estaba haciendo con la investigación Albaca, quien en 2013 cesó en su intervención y fue sustituido, siempre con la participación de De Mitri, por Diego López Ávila. La actividad investigativa de este último desembocó en imputaciones y en la celebración de un juicio en 2018 que terminó por segunda vez con condenas para los agentes estatales que debían esclarecer el caso “Lebbos”. El de Albaca es el tercer debate y el primero de un ex funcionario constitucional equiparado a magistrado celebrado en la Justicia de Tucumán. La institución a la que perteneció, el Ministerio Público Fiscal, adjudica a Albaca la supuesta comisión de un encubrimiento agravado en perjuicio de la víctima.
“No puedo ni pude emitir opinión al respecto por lo antes referido. Mis funciones, como lo manifestara en líneas anteriores, fueron prácticamente ninguna a no ser el acercamiento, el diálogo y la expresión de la necesidad de contar con el expediente”, reiteró Marranzino. El testigo con fueros añadió que no recordaba si había elevado a De Mitri -en 2014 fue sucedido por Edmundo Jiménez- un informe por escrito acerca de estas gestiones infructuosas, pero refirió que sí habían abordado el asunto de manera verbal.
“No recuerdo haber hecho una evaluación de manera escrita, sino simplemente haber dialogado con mi entonces superior, a quien le expuse los motivos del impedimento que había encontrado para llevar a cabo la tarea encomendada. Ello conllevó a la presentación de una nota en la que pedí la desafectación, lo cual luego fuera aceptado”, relató. De Mitri renunció para acceder a la jubilación con el beneficio del 82% móvil en la misma época en la que Albaca hizo lo propio. El ex gobernador y senador saliente José Alperovich (con licencia) aceptó ambas dimisiones condicionadas. En su declaración testimonial, también leída ayer, Alperovich dijo que conocía a Albaca porque este fue a averiguar sobre un vehículo en su concesionaria, pero el ex fiscal negó tal versión.
Alperovich, sobre Albaca: “fue a averiguar sobre un auto en mi empresa”“Temas banales”
Marranzino indicó que De Mitri no le había pedido que investigara a Albaca, sino que lo ayudara a investigar. En esas circunstancias la causa “Lebbos” ya había dado lugar a numerosas tensiones institucionales: no sólo existían sospechas de adulteración de la escena del hallazgo del cuerpo, sino que, en el punto crítico de la causa, Noguera había sido fotografiado mientras salía de la residencia de Alperovich. Tras ese suceso, Noguera dejó la dirección del proceso. En manos de Albaca, el caso viró hacia el hermetismo: lo corroboró Marranzino en función de su propia experiencia y de la del funcionario que debía asistirlo en su malograda función supervisora, Rafael Martínez.
“La causa era al menos ‘conocida’ y ‘custodiada’ (por decirlo de alguna manera) por el secretario Salazar”, explicó Marranzino (las comillas y los paréntesis pertenecen al texto original). Ese funcionario, también jubilado con el beneficio del 82% móvil tras la renuncia de Albaca, salió del juicio de su antiguo jefe con un pedido de investigación por supuesto falso testimonio: Salazar dijo que no había secreto de sumario en el proceso, pero un informe con su firma de 2013 lo desmintió. En cuanto a Martínez, Marranzino especificó: “aquel siempre estuvo disponible para colaborar en la tarea que me habían encomendado. Pero dicho funcionario no pudo realizar su cometido por los motivos que expusiera en líneas anteriores (la falta de acceso a las actuaciones)”.
El testimonio del fiscal acentúa la impronta de secretismo que prevaleció durante los casi siete años que Albaca controló la causa “Lebbos”. Salazar había dicho “que no recordaba nada de este proceso”, pero tanto el ayudante fiscal Luis Ariel Faria Coloiacovo, como los antiguos prosecretarios de la Fiscalía Nº2, Carlos Edgardo Artaza y Asis Safe Jaluf, aseguraron que no disponían de acceso al caso y que este no era manejado con los cánones organizativos del resto de los expedientes. Al final de la declaración de Marranzino hay un dato de color: el testigo expresó que lo unía una relación amistosa con Albaca, pero que no era costumbre entre los fiscales hablar sobre las pesquisas que dirigían, sino que la conversación, cuando se daba, trataba acerca de “temas banales”.